«Oviedo es una ciudad deliciosa, exótica, bella, limpia, agradable, tranquila y peatonalizada»
Woody Allen
La ciudad de Oviedo ha evolucionado mucho desde aquella clerical y opresiva Vetusta decimonónica, presentada por Clarín en La Regenta. Aquí os dejamos unos itinerarios para un par de días que, tal vez, os lleven a conocer mejor esta ciudad cercana, de dimensiones más que abarcables por el visitante.
Si no os apetece visitar monumentos, podéis disfrutar de los paseos por sus calles peatonales y zonas verdes donde encontraréis una amplia colección de escultura al aire libre con la que se adorna la ciudad, algunas de artistas de renombre universal.
DÍA 1.
En busca de la Cámara Santa
Empezamos nuestro recorrido junto a la escultura urbana de Mauro Álvarez situada en la plaza de Alfonso II el Casto, se trata de la estatua de Ana Ozores, protagonista de La Regenta cuyo marco es, nada menos, que la imponente fachada gótica de la Catedral de San Salvador.
En el interior del templo, podréis admirar el bellísimo Retablo Mayor, de estilo gótico hispano-flamenco, y el Cristo de Velarde, muy posiblemente de Berruguete. A la izquierda, mirando desde la puerta principal, tendrás la Capilla del Rey Casto y Panteón de los Reyes de Asturias (donde se celebra nuestra boda).
Justo al otro lado, rodeando el altar mayor por la girola, llegaremos a la Cámara Santa. Aquí se guardan las reliquias que el rey Alfonso II el Casto donó a la Catedral cuando ésta sólo era una pequeña iglesia prerrománica. Destacan la Cruz de la Victoria, símbolo de Asturias, la Cruz de los Ángeles, el Arca Santa y, el Santo Sudario que, según la tradición, conformaba la mortaja de Jesucristo junto a la Sábana Santa de Turín.
Los primeros pasos de la historia de Asturias
Detrás de la catedral, en la calle San Vicente, se halla el Museo Arqueológico de Asturias. Ocupa, desde 1952, el claustro del antiguo convento de San Vicente fundado en el año 761, kilómetro cero histórico de la ciudad. El museo fue reinaugurado en 2011. Su colección, muy completa, abarca desde el Paleolítico hasta la Edad Media. Al salir, veremos la fachada de Santa María la Real de la Corte, que está justo al lado, donde se levantó el primer templo ovetense.
La calle San Vicente desemboca en Jovellanos, una vía comercial que sigue parte de las murallas medievales, de las que aún pueden verse varios tramos. Desde aquí llegamos a la calle Gascona, conocida como el Bulevar de la Sidra, el lugar perfecto para comer de tapas o de platos más contundentes.
La judería
Pocos saben que Oviedo forma parte de la Red de Juderías de España. La antigua judería de la ciudad comenzaba en la plaza de Juan XXIII y seguía por la plaza Porlier donde hay un plano con los asentamientos judíos de la época medieval. En estas plazas, además de tomar un café se pueden admirar algunas de las estatuas más famosas de Oviedo: Amigos, de Santiago; El regreso de William B. Arrensberg; El viajero, de Eduardo Úrculo...
De plaza Porlier salimos en dirección a la Catedral pasando por delante de los palacios de Conde Toreno, Valdecarzana y Marqués de Camposagrado para detenernos frernte a la singular Capilla de la Balesquida, pequeña construcción del siglo XIII, reformada en el XVIII. Debe su nombre a la dama Velasquita Giráldez, que legó la capilla, dedicada a la Virgen de la Esperanza, al gremio de sastres. Por eso, en uno de sus ventanales, pueden verse unas tijeras.
Museo de Bellas Artes de Asturias
A 50 metros de la plaza de Alfonso II, en la calle Santa Ana, se halla el palacio de Velarde, uno de los edificios que forman el Museo de Bellas Artes de Asturias, otro es la casa de los Oviedo-Portal, en la calle Rúa y a ´estos se les ha unido una reciente ampliación. En ellos se ubica el museo, gratuito y con una gran colección (más de 15.000 piezas), de autores relevantes como El Greco, Goya, Sorolla, Picasso ...
Después de visitar el museo, podéis continuar el paseo por la calle Rúa y por su prolongación, Cimadevilla, una de las arterias más conocidas de la ciudad, llena de casas nobles y burguesas del siglo XIX, que recuerda intensamente el ambiente novelado por Clarín en La Regenta, donde aparece con el nombre de Encimada. Pasamos por debajo de la torre del Reloj del Ayuntamiento hasta llegar a una amplia plaza flanqueada por edificios con soportales, la plaza de la Constitución, donde, por cierto, hay una Oficina de Turismo.
En el mismo entorno de Cimadevilla surge la calleja de los Huevos, que conduce a la plaza de Trascorrales, una de las más bonitas de Oviedo. Aquí se unían los corrales de las antiguas casas señoriales y, hasta hace no mucho, ganaderos, pescadores y granjeros mercadeaban con sus productos. No faltan las estatuas que recuerdan este pasado: La lechera y su burra, El vendedor de pescado y La pescadera. Es un lugar de mucho ambiente y tapeo.
La Universidad.
Volvemos de nuevo a la plaza de la Constitución y, por la calle del Peso, nos acercamos a la plaza de Riego para conocer la Librería Ojanguren, toda una institución, fundada en 1856. Entre sus clientes se encontraba Clarín, que cobraba aquí sus colaboraciones en las revistas de Madrid. Al lado se alza el edificio de la Universidad, al que, después de admirar su fachada, entramos para deambular como unos estudiantes más. Preside el patio la estatua del arzobispo e inquisidor Fernando Valdés Salas, que fundó la Universidad a finales del siglo XVI. Después de cenar, puedes acercarte por el Bulevar del folk o a la zona de la plaza de Riego y la calles Mon, Ildefonso Martínez (también conocida como Salsipuedes) y Luna, con un buen ambiente nocturno.
DÍA 2.
Prerrománico asturiano.
Desde la calle Uría tomamos la línea 10 del autobús para visitar dos joyas del prerrománico astur situadas en la falda del Naranco, a cuatro kilómetros del centro. Declaradas Patrimonio de la Humanidad, Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo datan del siglo IX, cuando Alfonso II el Casto y su hijo, Ramiro I, quisieron dotar a su nueva capital, Oviedo, de unas construcciones dignas de su rango. La vista más conocida se obtiene desde el interior de Santa María, a través del ventanal de tres arcos de la fachada oriental, símbolo turístico de Asturias. Si tenemos mucho interés en el prerrománico, en el Centro de Recepción e Interpretación nos dirán cómo acceder a otro monumento clave de este estilo, la iglesia de San Julián de los Prados
El Mercado del Fontán
Tras volver a Oviedo, una vez en la calle Uría, por la calle Fruela y Rosal llegaréis al Mercado del Fontán, para muchos el verdadero corazón de la ciudad. Sólo tenemos que dejarnos arrastrar por la gente que se arremolina alrededor de los puestos del mercado cubierto, de arquitectura industrial, finalizado en 1885. En el exterior también hay mercado los jueves y sábados, y a los domingos un rastro.
Después, para comer, dentro del mercado, está el restaurante El Fontán y, en los alrededores, están Casa Ramón, Les Forgaxes, Casa Amparo y La Gran Manzana, entre otros. En todos ellos, podremos picotear fritos de pixín (rape), bocartes, croquetas caseras, lacón, escalopines al Cabrales, tablas de quesos…
Teatro Campoamor
Ha llegado la hora de recorrer el Oviedo más pujante, decidido y ambicioso. Y empezamos a hacerlo en la plaza de la Escandalera, junto al Campo de San Francisco y el Parlamento de Asturias. Aquí hay un carillón, en la Caja de Ahorros de Asturias (Cajastur), que anuncia las horas en punto con la famosa canción Asturias, patria querida, como se oye en toda la ciudad muchos se piensan que son las campanas de la catedral. También hay dos estatuas muy conocidas por los ovetenses: Maternidad (o La Gorda), de Botero, y Asturcones, de Manolo Valdés. A la vuelta de la esquina están la plaza del Carbayón, con una escultura de Úrculo cuyo nombre lo dice todo: Culis monumentalibus, y el Teatro Campoamor, sede de la ceremonia de entrega de los Premios Príncipe de Asturias. Inaugurado en 1892, es un edificio de líneas claras y majestuosas, que recuerda los grandes teatros líricos italianos. Por él pasan las mejores compañías del mundo de la danza, la ópera o la música.
De paseo por el “Campo”
El Ensanche ovetense, surgido en el siglo XIX, no se puede entender sin el Campo San Francisco, pulmón de la ciudad. Disfrutadlo sin prisas por el paseo del Bombé, con su viejo quiosco de música; o por el de los Álamos, paralelo a la calle Uría y que termina en el pabellón de corte romántico al que llaman el Escorialín, donde hoy se encuentra la otra Oficina de Turismo de la ciudad.
Si salimos del Campo San Francisco por el norte y cruzamos Uría, llegaremos a la calle Milicias Nacionales. Aquí se encuentra la estatua más famosa de Oviedo, la de Woody Allen. Esta vía peatonal desemboca en la calle Palacio Valdés, por la que avanzamos a la izquierda hasta toparnos con la iglesia de San Juan el Real, construida entre 1912 y 1915, espectacular de noche cuando está iluminada. Justo enfrente, podemos detenernos un momento en la librería Cervantes, con más de 100.000 volúmenes y un millón y medio de referencias en su base de datos.
Desde aquí podemos acercarnos a ver, en la esquina de la calle Uría con la calle Independencia, las Casas del Cuitu, de principios del siglo XX, un edificio modernista y neobarroco con un impresionante desfile escultórico de ninfas, hadas, motivos florales y referencias mitológicas.
En la calle Gil de Jaz se encuentra el Hotel de la Re-conquista, en un edificio del siglo XVIII, Monumento Nacional. Merece la pena asomarse para ver su acogedor vestíbulo, el salón Gil de Jaz y el patio de la Reina.